lunes, 24 de octubre de 2011

NIÑ@S SIN GANAS DE COMER



A partir de cierta edad no es raro notar que los niños no son grandes amantes de la hora de la comida, el hecho de sentarse a la mesa y con ello interrumpir sus juegos o actividades les supone algo obligado y poco atractivo, sobre todo a edades tempranas cuando sus gustos se inclinan más por los sabores suaves y dulces que más tienen que ver con los postres y no con las comidas del


Con esto decimos entonces que hasta cierto punto la falta de apetito en los niños puede llegar a ser normal, pero siempre y cuando sea algo que nos les impida de cualquier forma, alimentarse e ir ganando el peso que necesitan para desarrollarse, una cosa es renegar de la comida o dar vueltas para comer, y otra muy diferentes es no comer nada o muy poco todos los días. Los padres serán los que determinen si la conducta de la pérdida del apetito es un caso aislado por querer seguir jugando o porque justo ese día la comida no es su favorita, o si por otra parte, el niño se niega a comer cualquier cosa.


Para poder advertir la diferencia los padres deben insistir sobre la importancia de que el niño coma lo que se le da, y para ello cualquier medio es bueno menos la obligación o el reto, será mucho más positivo que los padres digan cosas del estilo de “apuesto a que no puedes terminarte eso antes que yo”, para insitarlo mediante un juego a comer lo que tienen en el plato, o hacerles tener un repentino interés sobre su comida, con un comentario como “vas a comerte eso?, porque es mi favorito”, ya que bien sabemos que los niños tienden a querer copiar a sus padres.
En la mayoría de los casos estos juegos terminan haciendo que el niño coma, si esto no ocurre y el pequeño deja de ingerir alimentos durante varios días se trata de una alarma que puede indicar el síntoma de alguna posible enfermedad, por lo que es necesario acudir lo más pronto posible al pediatra con el fin de descubrir si hay algo que esté afectando la salud del niño y entonces aplicarle el tratamiento correspondiente.


La clave entonces se encuentra en saber reconocer si el niño no tiene apetito en ese momento, porque comió algo antes o porque quiere hacer otra cosa, que llegado el caso puede permitírsele saltear una comida ya que no le hará daño, si es que no le gusta la comida y en ese caso ofrecerle otra cosa, o si directamente el niño se niega a comer hasta sus alimentos favoritos, para poder interpretar si detrás de esa negativa se esconde algún tipo de problema, que también puede ser emotivo, ya que el estrés tiende a interrumpir el apetito normal, por lo que lo mejor siempre es intentar dialogar con el niño y permitirle expresarse.





Juliana Ramírez

Trabajadora Social

UNMSM

Fuente: Vìa Padres

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