Una curiosa noticia a través de BBC News sobre un pueblo escocés, aunque parece más una urbanización, en la que se deben cumplir ciertas reglas para poder vivir en él, ser mayor de 45 años, no criar ningún tipo de animal que no sea un perro y sobre todo, no tener niños, la idea es disfrutar de un pueblo desgraciadamente silencioso, Firhall, es un pueblo sin niños y sin alegría o vida, al menos para quienes no estamos acostumbrados a tanto silencio y calma.
Las reglas permiten que los nietos y amigos puedan visitar a los residentes en Firhall y disfrutar de unos días en el pueblo, pero incluso esto está condicionado y se limitan las visitas y las estancias a un número determinado de veces. Esta comunidad vive así desde el año 2003, se pretendía poder vivir en un pueblo que ofreciera calma y tranquilidad, cualquier persona podría pensar que es una comunidad que odia a los niños, residentes que son ogros y personas con mal carácter. Firhall, es un pueblo sin niños pero sus habitantes indican que no son malas personas u ogros, simplemente desean poder envejecer con tranquilidad, ¿a los 45 años?
Cualquier abuelo está deseando ver a sus hijos y nietos y disfrutar todo el tiempo posible de su compañía, la vida es corta, de hecho, algunos de los habitantes de Firhall se han dado cuenta de ello y han terminado vendiendo su casa para poder irse a vivir a otro pueblo donde no existan este tipo de restricciones. Otros habitantes argumentan que les atrajo el pueblo por la oferta deportiva, o argumentan la belleza del lugar y la cantidad de aves y vida silvestre del entorno, en definitiva, un lugar encantador para vivir, pero sin niños que griten o espanten a la fauna.
Dicen que no es un pueblo tipo hogar del jubilado, ya que varios de sus habitantes no están jubilados, se alegran de que las calles permanezcan limpias y que se respire una paz completa, no hay “molestias” como las bicicletas, los balones de fútbol, los monopatines o juguetes que generalmente hacen disfrutar a los niños del aire libre en sus momentos de ocio, los habitantes de este peculiar pueblo manifiestan su pasión por la tranquilidad que ofrece un entorno sin niños.
Seguramente cada lector tendrá su opinión particular, la nuestra es clara, Firhall, un pueblo sin niños y un pueblo fantasma, sin vida, sin alegría y sin muchas cosas que a la mayoría nos dan satisfacciones. Hay adultos que quizá no recuerden que un día también fueron niños… Desde luego nunca viviríamos en un pueblo en el que no tienen sitio para niños o bebés, ver para creer.
Juliana Ramírez
Lic. Trabajo Social
UNMSM
Fuente: Pequelia
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