
Tiene tres síntomas: hiperactividad, falta de atención e impulsividad
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la existencia de tres síntomas: hiperactividad, falta de atención e impulsividad. Es una de las causas más frecuentes de fracaso escolar y de problemas sociales en la edad infantil. Se trata de una patología crónica, con un componente genético alto (en el 75 por ciento de los casos, la causa es genética), pero que se puede diagnosticar y tratar.
Los niños que padecen de TDAH presentan una conducta inapropiada para su edad. Les cuesta controlar su comportamiento, sus emociones y pensamientos. Sufren una gran dificultad para prestar atención y para concentrarse. Sin embargo, no todos los niños llegan a experimentar todos los síntomas a la vez. Aunque el más común es el tipo combinado, hay niños que sólo padecen uno de los dos trastornos. El factor hereditario influye en su desarrollo, llegando a sufrir el problema el 44 por ciento de los niños que hayan tenido padres o madres hiperactivas.
Muchos padres y profesores sienten dificultades para identificar si el niño es portador de TDAH o si lo que le falta son límites, dado que los niños en estos estados suelen presentar síntomas parecidos.
El TDAH es una patología poco conocida, difícil de detectar y fácil de confundir. La complicación de tipo neurológico se desata en edades comprendidas entre los 3 y los 4 años, alcanzando el estado más crítico a los 6 años de edad. Los especialistas señalan que los niños con hiperactividad no tratados a tiempo tendrán problemas en la adolescencia, padecerán problemas para relacionarse e incluso sufrirán fracaso escolar. Sin embargo, un tratamiento continuado, a medida que el niño va creciendo, permitirá que el trastorno mejore e incluso que se consiga controlar.
La gran dificultad que presentan los niños para atender, seleccionar, mantener, y controlar la atención a los estímulos que se les presentan, así como la excesiva agitación que presentan, justifican la necesidad de una ayuda y de un seguimiento profesional. Un especialista ayudará al niño a que adquiera hábitos y estrategias cognitivas para que su desarrollo social, familiar y escolar, esté a la altura de sus capacidades.
El tratamiento tiene como objetivo:
Para eso, el especialista empleará, según el caso, todos los medios a su alcance para facilitar información exhaustiva a los padres y profesores, tratamiento farmacológico (imprescindible en 7 de cada 10 niños), y tratamiento psicopedagógico. No se debe olvidar que los padres juegan un papel fundamental durante el tratamiento. Los niños hiperactivos necesitarán mucho apoyo, comprensión, cariño y, sobre todo, mucha paciencia para que poco a poco consigan desarrollar su día a día con normalidad.
Juliana Ramírez