Una niña juega con voluntarios de la Media Luna Roja Árabe de Siria. Los voluntarios han recibido capacitación para evaluar las necesidades de apoyo psicosocial especial de los niños y niñas.
Por Ingrida Kerusauskaite
DAMASCO, República Árabe Siria, 22 de julio de 2009 - Tareq*, de seis años de edad, se aferra a las faldas de su madre mientras espera ansioso el comienzo de su sesión semanal de psicoterapia. La madre de Tareq, un trabajador social y un psicólogo tratan de convencer al niño de que levante la vista y salude, pero Tareq continúa ocultándose en el regazo de su madre.
"Los refugiados iraquíes han sufrido mucho", explica el trabajador social, Mohammed Kahraman. "Algunos han sufrido horrores que resultan imposibles de imaginar a quienes no han sido testigos de la guerra. Es inaceptable que un niño de seis años de edad tenga que vivir con esos recuerdos".
La historia de Ali
Ali es otro niño de seis años que visita con regularidad esta unidad de protección y apoyo psicosocial de los niños, perteneciente al espacio acogedor dirigido por UNICEF y la Media Luna Roja Árabe de Siria. Se trata de uno de los muchos centros en los que participan los voluntarios de la Media Luna Roja Árabe de Siria, que organizan juegos y actividades para los niños iraquíes refugiados.
La familia de Ali huyó de Iraq hace tres años, poco después de que el niño fuera testigo del asesinato de su tío a manos de un grupo de hombres. Un mes después de ocurrir esto, Ali permaneció la mayor parte del tiempo sentado en un rincón llorando y negándose a hablar con nadie. Adquirió también una serie de profundos temores, como el miedo a la oscuridad, a los disparos, a dormir solo y hasta a ir al baño.
En el lugar acogedor para los niños se llevan a cabo actividades que ayudan a establecer cuáles son los niños y niñas que necesitan ser sometidos a una análisis psicológico.
"Observamos la manera en que los niños se relacionan con sus pares y con los voluntarios", comenta Sarah Jamal, una voluntaria. "Algunos son violentos y agresivos, otros se niegan a participar en las actividades de su grupo".
En Damasco, una niña juega en uno de los sitios acogedores para los niños de UNICEF y la Media Luna Roja Árabe de Siria.
Seis meses después de haber iniciado las sesiones en el centro, Ali ha comenzado a disfrutar de sus intercambios con el psicólogo. El niño dice que espera con ansiedad el comienzo del año escolar. "El año pasado me dijeron que era demasiado joven, pero que podría empezar la escuela en septiembre", comenta Ali. "Espero que septiembre llegue pronto, porque espero hacer amigos en la escuela".
La madre de Ali cree que su hijo ha mejorado. "Pese a que sigue sintiendo temores", dice, "ahora puede controlar su voz y no grita sin motivo aparente".
La historia de Tareq
Después de su sesión de orientación, Tareq regresa a la sala de espera más dispuesto a conversar. Habla de sus cantantes y juegos favoritos. Su madre dice que antes de llegar a la República Árabe Siria, la familia debía mudarse frecuentemente porque su marido había recibido amenazas de muerte.
"Mis hijos han visto el rostro más terrible de la guerra", añade. Su marido regresó recientemente a Iraq con el propósito de mejorar la situación financiera de la familia. Sin embargo, no se ha sabido nada de él desde su partida.
"A veces no lo soporto más y me pongo a llorar", confiesa la madre de Tareq. "Por supuesto, los niños se dan cuenta de lo que me está sucediendo y se sienten aún menos seguros. Porque ahora yo soy la única persona en la que pueden confiar. La única persona que les cuida".
La salud mental de los niños como Tareq depende en gran medida del estado emocional de sus padres, sus madres y los demás miembros de su familia.
"A esa edad, los niños aprenden todo de sus padres. Si la madre siente que el mundo no es un lugar seguro, le transmitirá sus temores y sus sentimientos de inseguridad a sus hijos", explica Yasser Moalla, un trabajador social del centro.
Una necesidad constante
Desde abril de 2008, las unidades multidisciplinarias establecidas por UNICEF y la Media Luna Roja Árabe de Siria han estado brindando ayuda a los niños, niñas y familias iraquíes con necesidades especiales. Cada unidad cuenta con un psiquiatra, un psicólogo, un logopeda, un encargado de antecedentes familiares y un trabajador social.
Hasta la fecha, en las unidades de Saida Zainab, Jaramana, Mezzeh y Mazraa se han atendido más de 1.600 casos y se han ofrecido más de 3.500 sesiones de orientación psicosocial.
* Los nombres de los niños que aparecen en este artículo son ficticios para proteger su identidad.
JR.
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