Para empezar, es importante recordar que las fobias se caracterizan por ser miedos irracionales, extremos e incontrolables que se desencadenan ante un estímulo determinado.
Una persona que sufre de una fobia, ante el contacto real o incluso la anticipación de encontrarse con aquello que le produce el temor, experimenta síntomas físicos tales como palpitaciones, temblores, náuseas, etc. Los niños más pequeños viven al objeto o a la circunstancia temidos como auténticas amenazas y peligros. Aún así, si bien los adultos y los adolescentes logran darse cuenta de que su temor es infundado, no por ello logran controlarlo.
¿Fobia o temor normal?
Todos los niños experimentan algunos miedos muy comunes a lo largo de las diferentes etapas de su infancia. Así, es normal que los bebés teman a los ruidos muy fuertes, que los niños de tres años no quieran dormir con la luz apagada, que los niños de cuatro años tengan miedo a los monstruos y a partir de los ocho años teman a la muerte. La edad del niño indica si es un miedo normal, y estos temores tienden a desaparecer conforme el niño madura. Es bueno respetarles estos miedos a los chicos, calmarlos, hablar con ellos y darles una dimensión real.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las fobias tiene su origen en la infancia, entre los seis y los doce años. Sin embargo, muchas veces los niños que las padecen terminan sobreponiéndose a sus temores, así que no siempre la aparición de algún síntoma parecido al de una fobia es sinónimo de que el niño la vaya a padecer aún de adulto.
Por ello, las fobias infantiles son algo para preocuparse únicamente cuando interfieren en la vida cotidiana de los chicos. Los niños que padecen fobias tienden a evitar todo aquello que podría desencadenar sus temores: por ejemplo, un niño de ocho años que no puede dormir con la luz apagada por su terror a la oscuridad, o una pequeña que se niega a ir a jugar al parque por temor a encontrarse un insecto.
¿Cuáles son las fobias más comunes en los niños?
Existen algunas fobias que son particularmente comunes entre los niños. Por ejemplo, la fobia específica, que es el miedo a determinado objeto o situación fácil de identificar. Por ejemplo, el miedo a las serpientes, a los insectos o a los payasos. Otra fobia frecuente entre los niños es la agorafobia, el miedo a encontrarse en una situación donde sea difícil salir o recibir ayuda: es el caso del niño que se angustia en demasía al perder de vista a su madre en una tienda. Otra fobia muy frecuente entre los niños, adolescentes y adultos es la fobia social. Se caracteriza porque la persona se angustia en situaciones donde se siente expuesta: hablando frente a la clase, por ejemplo, o caminando delante de otros niños para poder pasar al baño.
¿Cómo ayudar a un niño que padece de una fobia?
Afortunadamente, existen tratamientos terapéuticos que ayudan a los pequeños a liberarse de sus fobias. En los chicos lo que más suele funcionar (siempre en manos de un profesional) es la exposición al estímulo temido, junto con la elaboración del mismo y las técnicas de continencia.
La exposición puede ser tanto a un estímulo real como a uno imaginario, pero con niños pequeños (de cinco a once años) funciona mejor si de un estímulo real se trata. Lo importante es que lentamente el niño se vaya desensibilizando y aprenda a superar sus temores. El rol de sus padres como acompañantes es fundamental para ayudarlo.
Otra forma de tratamiento incluye el uso de medicamentos –de cualquier manera, la decisión final siempre debe contemplar el caso de cada paciente en particular, y dependerá tanto del profesional como de los padres del niño.
JR.
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