La concepción del tiempo en la infancia, sobre todo en los niños pequeños (menores de 6 años) no existe, ellos viven el aquí y el ahora, para ellos la vida es el momento actual. “Mañana” y “ayer” son palabras cuyo significado le es impreciso, incluso es frecuente que las confundan asignándole, la mayor parte de las veces, el significado opuesto que persiguen.
Esa magia, únicamente presente en la infancia temprana, es la que permite que ésta sea un mundo plagado de ilusión, fantasía y aprendizaje constante, ajeno a las tensiones, las proyecciones y las planificaciones.
En ocasiones, es mágico sentarse a compartir con nuestros hijos, siendo conscientes de la evolución de la concepción del tiempo a esta edad y dejándonos envolver por la naturaleza intrínseca de la infancia. Supone un gran alivio de las tensiones acumuladas compartir la falta de significado del espacio-tiempo con nuestros hijos.
Hasta aproximadamente los cinco o seis años, los niños viven en un mundo en el que únicamente se distinguen los días a través de su punto de inflexión nocturno. A partir de esa edad, se produce una pequeña inflexión en la evolución de su concepción del tiempo y comienzan a distinguir las semanas gracias a los días del fin de semana en los que no van al colegio. Sin embargo, para ellos los días siguen siendo momentos lejanos en el tiempo y los acontecimientos que marcan las diferencias espacio-temporales, las estaciones del año, las vacaciones, la navidad, siguen siendo conceptos que no se dimensionan muy bien.
Según Jean Piaget, famoso por sus aplicaciones de la psicología evolutiva a la educación, la evolución de la concepción del tiempo en la infancia se desarrolla en las siguientes etapas:
Concepción del tiempo desde los 5 a los 8 años: los niños comienzan con el uso de “ayer” y “mañana” como sinónimos de pasado y futuro, manteniendo tanto el pasado como el futuro en un estado inconexo con el presente, conexión que se va fortaleciendo a medida que se acercan a los 6-7 años. Las actividades escolares actuales suelen adoptar los consejos piagetianos de aprovechar “sucesos emocionantes” (esos que todo el mundo habla, por ejemplo: El Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010) para estimular la concepción del tiempo en la escuela. Ya sobre los 6 años el niño, gracias al aprendizaje de los días de la semana, comienza a tener una idea más certera del tiempo, aunque no es hasta pasada esta etapa que logra tener claro cuestiones como “cuánto dura una hora” o “¿falta mucho para el recreo?”.
Concepción del tiempo desde los 8 años hasta los 11 años: los niños muestran un interés natural por los hechos históricos, por los grandes personajes, por los acontecimientos pasados. Es un buen momento para aprovechar el estudio de líneas del tiempo y biografías para fortalecer la relación espacio-tiempo mental, que se comienza a dar, por cierto, en esta etapa.
Concepción del tiempo desde los 12 años hasta los 14 años: en esta etapa aparece la noción de Causa-Efecto en los hechos y la proyección de futuro.
Juliana Ramírez
Lic. Trabajo Social
UNMSM
Fuente: Sandy Santamaria
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