lunes, 15 de febrero de 2010

SÍNDROME DE WEST


El Síndrome de West se llama también de los Espasmos Infantiles, un tipo especial de ataque epiléptico que afecta fundamentalmente a niños menores de un año de edad, aunque pueden llegar a aparecer hasta los diez años. Pueden crear grados de minusvalía de hasta el 75% según un estudio realizado a 125 niños con la enfermedad por expertos de la Fundación Síndrome de West. En España nace uno de cada cinco mil niños con la enfermedad.

Se presenta con mayor frecuencia en bebés prematuros o con mala oxigenación cerebral al nacer ya que son más propensos a sufrir daños neuronales, generalmente se da más en varones que en mujeres con una proporción de dos a uno.

Los principales síntomas del Síndrome de West son los espasmos en flexión o convulsiones, más o menos extensos y que afectan a la musculatura del cuello, tronco y los miembros. El niño se dobla como “una navaja al cerrarse”, flexión de cabeza y de tronco, los miembros superiores se entrecruzan sobre el pecho, los miembros inferiores en triple flexión. Si por el contrario el espasmo es en extensión, el cuello y el tronco se extienden, y los miembros se colocan en extensión en forma de cruz. La gravedad de la enfermedad parece ligada al momento evolutivo del niño en la que aparece la enfermedad.

Otros síntomas del Síndrome de West que pueden acompañar a las crisis son desviación ocular, alteración respiratoria, alteración del ritmo cardíaco, gritos o sonrisas sin motivo. También hay una regresión psicomotora, se manifiesta por una modificación del humor, en varios días el niño cae en una indiferencia total, pérdida de la sonrisa, de la reacción de los estímulos sensoriales, pérdida de la mímica y de la movilidad motora, no se sienta, no sostiene la cabeza…

El tratamiento para el Síndrome de West se basará en medicamentos antiepilépticos, estimulación y terapia de rehabilitación de acuerdo con su edad.
Pero suelen quedar secuelas como deficiencias en el lenguaje, problemas para caminar o para aprender. Para obtener un buen progreso en su mejoría y buenos resultados es importante la paciencia de los padres y la atención que presten al niño, a veces se ven tranquilos y esbozan sonrisas respondiendo al contacto y al cariño de los padres. Existe una cirugía en la parte cerebral afectada es más agresiva pero permite controlar mejor ciertos síntomas epilépticos. Otro tratamiento puede ser una dieta cetogénica que produce mayor acidez en el cuerpo, una cuarta terapia podría ser estimular el nervio vago mediante un marcapasos.
JR.

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