Contrariamente a lo que ocurre en los países europeos, la educación de un niño en China es intensa y extrema, hasta el punto de que algunos adultos no tendrían la capacidad de soportar la presión, el nivel de exigencia es realmente elevado y los niños se convierten en máquinas para estudiar, poco tiempo para el juego, mucha disciplina y demasiadas obligaciones educativas con las que forzosamente están comprometidos.
La educación de un niño en China condiciona la vida en estado adulto, a mejores notas más posibilidades de acceder a la universidad y lograr el objetivo final, un trabajo digno mejor remunerado que el que reciben millones de chinos actualmente. La educación contempla las horas de colegio habituales más las horas extraescolares que se dedican a los deberes, clases adicionales de matemáticas, inglés… al final los niños deben acabar las tareas escolares a altas horas de la noche y realmente extenuados.
Los padres chinos creen que es el mejor camino para labrar el futuro de sus hijos y más viviendo en sus carnes el resultado de la falta de estudios, trabajos de sol a sol con salarios que a duras penas permiten sobrevivir a las familias. Pero esta situación es en realidad lamentable, se les priva a los niños de su condición y de la necesidad de disfrutar de un poco de ocio. Para añadir más leña al fuego, hay que destacar que incluso se realizan tutorías los sábados y domingos, el esfuerzo evidentemente no es sólo para los niños, los padres deben pagar todos los servicios adicionales de la educación, pero es el único modo de labrar un futuro para sus hijos, o al menos así lo creen.
Un interesante reportaje de la publicación digital La Razón nos habla de todo ello, miles de niños son educados en China a un ritmo frenético, es un modelo que se repite en otros países asiáticos pertenecientes al grupo de los llamados países emergentes, donde muchos países de todo el mundo han centrado su atención en sus mercados y crecimiento de la población.
El camino hacia la universidad es realmente duro, si hacemos una comparativa con lo que ocurre en España podemos decir que son los dos extremos de una cuerda, en España existe demasiada permisividad, algunos niños no respetan la figura del maestro, pasan de curso suspendiendo algunas asignaturas, se incrementa el fracaso escolar, el absentismo escolar…. En China es todo lo contrario, seguramente más de un lector pensará ni tanto ni tan poco.
El modelo social y educativo de China está establecido así, alcanzar la universidad es la meta ya que las empresas valoran mucho los títulos educativos, pero existe un problema, cuando los niños alcanzan la educación superior están desorientados y no saben qué hacer, desaparece la gran presión y las obligaciones impuestas por padres y educadores, se han acostumbrado a una vida que resulta totalmente distinta una vez se ha accedido a la universidad, las consecuencias…. suicidios porque no pueden soportar esa nueva vida.
Volviendo a la educación primaria, en el artículo del mencionado periódico digital podemos leer que algunas escuelas se vanaglorian de disponer de programas informáticos con los que los padres pueden seguir diariamente y de cerca todo los progresos de los niños, otros profesores hablan en sus blogs de sus mejores alumnos y cuelgan en la red fotografías y vídeos sobre ellos, todo ello en una actitud de orgullo por los progresos, pero ¿a costa de qué?, creemos que de destruir la verdadera infancia. Curiosamente, tanta severidad no procede de los profesores, son los padres quienes la exigen, piensan tanto en el futuro que obvian la infancia, y todos los valores que enriquecen a una persona, el temor a la pobreza y la infelicidad hacen que los padres sean realmente estrictos. Algunos testimonios de los niños muestran la carencia de infancia, demasiada presión educativa, ausencia total de juegos y actividades lúdicas, lamentable infancia la de un niño chino.
Evidentemente el Gobierno chino también ha sido participe en “fabricar máquinas de estudiar”, la competencia atroz y el nivel de superación se multiplica varias veces en comparación con las escuelas occidentales. Debemos destacar además que los problemas se multiplican en las zonas rurales y en las familias más pobres, el nivel de exigencia se multiplica, el aprendizaje y la competencia entre alumnos es feroz, todo sea por alcanzar un puesto en una universidad y evitar un futuro agrícola y pobre. Sin embargo, hay familias que apelan a los derechos de la infancia, es posible armonizar estudios y ocio, algo que los expertos recomiendan.
Los pedagogos advierten sobre la situación, fruto de este comportamiento aparece la frustración, desaparece la creatividad y aparecen problemas mentales, algunos derivan, como hemos dicho antes, en el suicidio.
La infancia se vive sólo una vez y no se puede recuperar, como dicen algunos expertos, una generación de robots amargados florece en China. Recomendamos leer el citado artículo, no tiene desperdicio alguno y nos muestra la otra cara de la moneda, todo, incluso lo que resulta beneficioso, en exceso es siempre perjudicial.
JR.
Pequelia
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