El temperamento tiene componentes tanto emocionales como de conducta, una definición de temperamento sería la tendencia o modo característico de responder emocionalmente.
Las familias que tienen varios hijos a veces se sorprenden de lo diferentes que pueden ser los hermanos entre sí, mientras unos pueden ser tranquilos otros son más revoltosos o cabezotas, unos son más risueños y sociables mientras otros son más independientes e inquietos. Se cree que el 50% del temperamento es hereditario mientras que el otro 50% está relacionado con el ambiente social y físico así como con el bienestar del niño.
Las categorías de temperamento en los niños que se suelen tomar como referencia son fácil, lento para adaptarse y difícil, aunque cada niño es un mundo y muchos pueden mostrar mezclas de diversos temperamentos.
Temperamento en los niños fácil, la gran mayoría de los niños tienen este tipo de temperamento, suelen estar generalmente de buen humor, se ríen se divierten, si tienen hambre, frío o están incómodos reaccionan de una manera tranquila y se calman cuando se les proporciona lo que necesitan en ese momento, se adaptan fácilmente a los cambios de rutina y a las nuevas situaciones, tienen horarios regulares de sueño y de comida, necesitan atención y estimulación por parte de los padres.
Temperamento en los niños lento para adaptarse, son aquellos a los que les cuesta hacerse con nuevas situaciones, caras nuevas, necesitan más tiempo para habituarse a las nuevas experiencias, son de carácter más tímido y suelen ser más observadores que aventureros, se asustan más fácilmente que los niños de temperamento fácil y reaccionan llorando o apartando la mirada cuando alguien extraño les habla, a veces reaccionan de una manera más lenta ante el hambre o el sueño. Es importante con el temperamento en los niños más lento tener paciencia, no meterles prisa ni presionarles, aunque tarden algo más enseguida se acabarán adaptando a la nueva situación.
Temperamento en los niños difícil, el temperamento en los niños a veces es difícil y eso se ve cuando son muy activos e inquietos, se distraen fácilmente, no es fácil captar su atención durante mucho tiempo, responden de una manera muy enérgica ante situaciones incómodas como el hambre o el sueño, son complicados a la hora de tranquilizarlos, suelen ser irregulares en sus horarios de comida y de sueño. Son niños que requieren de mucha paciencia, hay que intentar establecer unas rutinas diarias y procurar mantenerlas en lo posible, generalmente les cuesta más relacionarse y ser sociables con otros niños, por lo que hay que mantener la calma y explicarle en la medida de los posible lo que hace mal enseñarle las normas y que tiene que compartir las cosas y jugar con los demás. Ante sus habituales rabietas mantener la calma e ignorarle para no dar importancia a sus malos modos en cambio premiarle siempre que haga las cosas bien.
La crianza de un niño sea cual sea su temperamento es algo importante, serio y bonito, cada niño es distinto y hay que aprender a manejar sus peculiaridades e intentar orientarle y educarle con unos valores para que se conviertan en adultos responsables.
JR.
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