El Síndrome de Munchausen es una forma de maltrato infantil… sorprendente, que pone de manifiesto la gravedad de los desequilibrios psicológicos asociados a la maternidad.
Los niños son llevados al pediatra, aquejados – según la madre – de síntomas de alguna enfermedad. Síntomas que son inducidos por la propia madre empleando estrategias variadas y sorprendentes como la administración de fármacos con fines relajantes, retardantes o espasmódicos.
A través de estas prácticas, se provoca un deterioro físico del niño y una sobre exposición a las revisiones médicas, de forma constante y sin control.
Si la madre despierta las sospechas del equio médico, ésta solicita el alta del niño y acude a otro especialista, con el que todo vuelve a empezar.
El niño se pasará la vida en los hospitales, los cuadros clínicos son cada vez más variados y no se corresponden con ninguna afección concreta.
Esta patología, se lleva a cabo en un 90% de los casos por la madre mientras que el padre permanece ausente y distante. Curiosamente muchas de estas madres son mujeres que se desenvuelven profesionalmente en el ámbito sanitario, en más de un 25% de los casos.
El problema del Síndrome de Munchausen radica en la búsqueda por parte de la madre de una constante atención. Asumiendo un papel patológico, entre ella y los médicos que atienden permanentemente a los niños.
Esta situación, termina por poner en peligro al niño, que sometido, expuesto y medicado de forma constante, comienza por debilitarse.
¿Qué sucede en estos casos?
Generalmente y dado el incremento de esta forma de maltrato infantil que ha experimentado en los últimos años, las madres son descubiertas y el niño es apartado del cuidado de la misma.
Esta patología no tiene un tratamiento tipificado y por lo tanto el pronóstico no es cierto y limitado en el tiempo.
El niño por su parte, deberá también ser asistido psicológicamente e insertado en un ambiente estable y equilibrado, para lograr recuperarse de la ansiedad y los efectos colaterales a nivel orgánico.
JR | Depresion-Guide
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